Tras varios estudios el cambio climático y el despoblamiento son dos causas de riesgo de incendio.
¿Por qué el despoblamiento es una de las causas del riesgo de incendio?
El gran desarrollo de vegetación de sotobosque, la falta de lluvias, falta de humedad del suelo y la carencia de trabajadores de campo hacen que exista riesgo de incendio.
La falta de población rural, campesina y ganadera, ha provocado el “abandono del medio rural”. Existe una gran carencia en la custodia del territorio que durante siglos han desarrollado los habitantes en las zonas rurales. La escasa actividad humana en el campo ha condicionado de manera determinante el riesgo de incendios, ya que los campos y montes tienen un mal estado de conservación, la selvicultura y la ganadería extensiva, en los montes y bosques de las poblaciones de los pueblos de España. Asimismo, las olas de calor están durando más de lo habitual y de manera intensa, si a esto le sumamos que no se han estado utilizando las técnicas de conservación, mejora y aprovechamiento, es decir, la utilización de recursos como madera caída para leña, los helebros, los tojos, etc…
La situación de nuestros montes y bosques ha sufrido un deterioro notable durante las últimas cuatro décadas. Además, el aumento de temperaturas, generando olas de calor y sequía hidrológica, son dos factores que potencian las claves para desatar incendios devastadores. Las llamas han arrasado este 2022 con varias zonas de España, muchos de estos pueblos con encanto han pasado a ver afectados no solo al turismo, sino también a los habitantes que vivían en esos lugares.
Zonas de incendios que han tenido mayor impacto
España registra hasta el momento 37 grandes incendios forestales, está siendo de las peores cifras en los últimos 10 años. La cifra de incendios de 2022 casi duplica a la del 2012 (el segundo peor año). La campaña de incendios aún no ha terminado, pero el fuego activo parece que poco a poco se va controlando y estabilizando.
La mayor concentración de incendios en ese decenio se dio en el Noroeste del país (Galicia, Asturias, El Bierzo, Sanabria y parte de Cantabria), en unos territorios que pertenecen a la España húmeda y cuyas temperaturas estivales no son precisamente excesivas.
