En el campo español se vive una realidad que en los despachos de Bruselas nadie parece querer ver. En los campos de España se está gestando una crisis silenciosa que amenaza no solo la rentabilidad de miles de agricultores, sino también la propia seguridad alimentaria del país.
El agricultor cerealista, en la cuerda floja: una PAC que ignora a España.
Mientras la Unión Europea diseña sus políticas agrarias pensando en países que tienen excedentes de cereales como Francia o Alemania, aquí, en España, nos vemos obligados a importar millones de toneladas cada año solo para alimentar a nuestra ganadería. Y esto no hace más que empeorar.
Solo en maíz, estamos comprando fuera unas 10 millones de toneladas al año. A esto hay que sumar trigo blando, cebada y otros cereales que importamos desde países tan lejanos como Ucrania o Argentina. En total, más de 22 millones de toneladas. No lo decimos como dato curioso: lo decimos porque esto afecta directamente al bolsillo del agricultor cerealista y al seguro agrario que le brinda protección.
Menos cereal, más riesgo…
Mientras países del norte de Europa aumentan su producción, en España cada vez se siembra menos cereal. El motivo es bien claro: sembrar cereal aquí es jugarse el todo por el todo. Sequías, olas de calor, lluvias irregulares y suelos con menos potencial productivo hacen que muchos agricultores opten por otros cultivos que den menos sustos… y mejores márgenes.
Una PAC que complica las cosas
La nueva PAC (2023-2027) no ha venido a echar una mano, sino más bien todo lo contrario. Exige barbechos, cubiertas vegetales y prácticas burocráticas que, en climas como el nuestro, suponen un castigo en lugar de un incentivo. A un agricultor francés le piden lo mismo, pero con mucha más agua, tierra más fértil y menos riesgo climático. Al agricultor español, se le aplican las mismas normas.
¿Consecuencia? Menos cereal, más abandono del cultivo y, de nuevo, más presión sobre el seguro agrario, que tiene que cubrir a menos agricultores y con mayor riesgo individual.
PAC 2028 y los recortes
Por si fuera poco, ya se anuncian recortes del 20% en las ayudas de la PAC a partir de 2028. Recortes que se aplicarán de forma uniforme, sin tener en cuenta que España ya parte en desventaja. En lugar de reforzar el apoyo a quienes más lo necesitan, se recorta a todos por igual. Y eso para el agricultor cerealista español es contraproducente.
PAC, Bruselas y las necesidades del agricultor
Un seguro agrario fuerte y viable, con apoyo institucional y reconocimiento del riesgo real.
Ayudas directas al cereal ajustadas a nuestra realidad, no copiadas de países que no tienen los mismos condicionantes.
Condiciones ambientales adaptadas al clima mediterráneo, no exigencias imposibles que empujen al abandono del cultivo.
Cada hectárea sembrada no es solo trabajo y futuro rural: es seguridad alimentaria y garantía de que el seguro agrario siga siendo una herramienta útil y accesible para todos los agricultores.



